South winds speak of his departure. His final destination was 64th Street, no more transfers. The platform leads to corridors, and the corridors to shadows where the echoes of his life still reverberate. Many are now singing a requiem for Luis Chitarroni. I can't sing, regardless, this morning I joined the choir to say goodby to my friend, my editor. His gestures will live in me, his intellectual generosity, the unconditional affection. Dark times unfold before us, Luis Chitarroni is gone!
Murió Luis Chitarroni
Vientos del sur hablan de su partida. Se bajó del tren en el andén de la estación es terminal de la calle 64. Son pocas las conexiones que puedan hacerse desde ese lugar. Las escaleras no conducen sino a pasillos y más túneles de los que no se regresa, lugares donde el eco es la única respuesta. Hoy entonan réquiem aquellos que fueron objeto de su inestimable generosidad. No se cantar, pero me sumo al coro con emoción para recordar al amigo, al editor. Conservo en la memoria sus gestos y aquellos consejos solapados, su cordialidad, tanto afecto afecto.
¡Tiempos aciagos si los hay, murió Luis Chitarroni! De ahora en más, ya sin su invitación al diálogo, cobra sentido aquel comentario al pie de un último email: “El mundo se ha vuelto un poco torpe y mezquino”.
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